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Una Tarde con Isabel Allende

Created: 07 December, 2017
Updated: 13 September, 2023
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7 min read

La escritora Isabel Allende presentó en San Diego su nueva novela, ‘Más allá del Invierno’ como parte de su gira de presentaciones por Estados Unidos.

Como cada 8 de enero, cuando el calendario marca que hay nuevas historias por contar, comenzó a escribir esta novela, siendo esta fecha el punto de partida de todas sus obras desde hace 35 años.

Su pasión por la escritura e impresionante trayectoria la han convertido hoy en día en la escritora viva en lengua española más leída del mundo.

Ha sido también acreedora a más de medio centenar de premios, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura de Chile y la Medalla Presidencial de la Libertad concedida por la presidencia de los Estados Unidos en 2014.

“Yo pertenezco a la primera generación de escritores latinoamericanos que se criaron y se formaron leyendo a otros escritores latinoamericanos, los grandes del boom”, dijo Isabel Allende en entrevista para La Prensa San Diego.

“Teníamos grandes escritores, como Borges, José Donoso o como Octavio Paz, que escribían en sus países de origen y su obra no se distribuía bien, pero cuando empezó lo del boom, un fenómeno literario, pero también editorial, pude leer a todos estos grandes escritores latinoamericanos, en Chile”, añadió Allende.

“Siempre me gustó contar historias y trabajé como periodista, pero la idea de escribir una novela o de ser escritora no se me pasó por la mente, los escritores eran todos hombres y tenían bigote”, señaló la escritora.

Con más de 65 millones de ejemplares vendidos de sus obras y traducida a alrededor de 35 idiomas, Isabel Allende relata como su más reciente novela, ‘Más allá del invierno’, parte de la cita de Albert Camus que dice ‘En medio del invierno descubrí por fin que tengo en mí un verano invencible’.

“Es una historia que le sucede a tres personas durante tres días en un invierno muy fuerte que fue enero del año pasado, del 2016, entonces es una novela muy contemporánea”, compartió Allende, con un tono de melancolía en su voz. ‘‘Me han dicho que ésta es la novela más americana que yo he escrito, pero lo único que tiene de americana es que sucede en Nueva York, porque los tres personajes tienen historias en Latinoamérica”, dijo.

“Una muchacha indocumentada de Guatemala y las circunstancias de violencia extrema por las que tuvo que salir de su país. Una periodista chilena, Lucía Maraz, con el pasado de la dictadura, el exilio, de escribir sobre su hermano desaparecido, una mujer que ha pasado por cáncer, un divorcio, le ha pasado de todo”, relata Allende. “Y el tercer personaje, que parece tan americano, todo lo que le sucede a él le sucede en Brasil”, afirmando cómo la novela tiene “flashbacks” a todos esos lugares y esos tiempos.

Isabel recuerda ese invierno que vivía al iniciar esta novela y enlista entre suspiros la muerte de tres amigos cercanos, la muerte de su agente Carmen Balcells, quien fuera como una madre para ella, la muerte de su perra Olivia y su reciente divorcio después de 28 años de matrimonio con William Gordon. “Divorciarse después de los 70 años no es chiste, hay que tener valor para eso”, dijo.

“Parecía como un invierno largo que nada resultaba, todo estaba gris, y me puse a escribir el libro cuando me tropecé con esa cita de Camus y pensé ‘es cierto’. En cada momento de mi vida que he pasado por un invierno largo, invierno del alma, siempre ha habido un verano invencible esperando la oportunidad de manifestarse, incluso cuando murió mi hija, que fue el peor de todos los inviernos”.

Fue entonces, cuando a cinco meses de haber iniciado esta novela, Roger Kukras irrumpe en la vida de Isabel Allende, para demostrar que, en cuestiones de amor, nada está del todo escrito.

“Empezó a escribirme un señor que me oyó por la radio y vio un TED conference que yo había hecho, y empezó a escribirme todas las mañanas y todas las noches para decirme buenos días y buenas noches”, cuenta la autora, reconociéndose plena y enamorada.

“Yo no lo conocía, ni hablamos nunca por teléfono, pero a finales de octubre fui a Nueva York y ahí lo conocí”, relató. “Nos enganchamos y ahora él acaba de vender su casa, está desarmando todo lo que tiene y se va a vivir conmigo a California. Había un verano invencible esperando su oportunidad y así que salí del invierno rápidamente”, agregó.

A sus 75 años, la escritora reconoce que la única diferencia entre el amor de joven y el amor de viejos, como ella lo llama, es la consciencia del tiempo y de la muerte. “(Andar de novios) a los 75 años es igual que a los 17, exactamente igual que a los 27, 37, da igual, porque el amor, el entusiasmo, la pasión, todo eso es igual, lo único que cambia es el tiempo, como que uno calcula que no nos queda toda la vida por delante”, señaló.

“Para Roger y para mí, estamos como sorprendidos de que nos haya caído esto en la vida, de poder volver a enamorarse así. Él está dispuesto a dejarlo todo, a una edad que la gente se pone muy cautelosa, la gente no quiere hacer cambios muy grandes, todo le da miedo”, compartió la autora.

Durante su presentación en la Universidad de San Diego, el público asistente, mayormente femenino, escuchó atentamente a las palabras de la autora, su proceso creativo, su compromiso social y literario.

Igualmente, ofreció consejos a los escritores en potencia, afirmando que escribir es una labor diaria, una responsabilidad y un compromiso personal que requiere perseverancia y entera dedicación.

La autora de “La Casa de los Espíritus” compartió que fue ésta, su primer novela, una tarea de un año, mientras residía en Caracas, Venezuela, siendo la cocina el dónde y los fines de semana el cuándo, afirmando que no hay manuales para escribir. “En todas partes se puede escribir, en un café, en el bar, en el auto”, dijo Allende.

Su profesión de periodista en Chile y Venezuela marcó sus inicios en la carrera literaria. “A ellos les diría que lo que están haciendo es fundamental, no pueden renunciar a la vocación y no pueden renunciar a la promesa que hicimos cuando nos graduamos de que íbamos a trabajar honestamente”, aconsejó Allende a sus colegas periodistas, a quienes llama el cuarto poder del estado.

Asimismo, Allende aboga por los derechos humanos a través de su fundación, que trabaja en ayudar mujeres y niños vulnerables que residen en Chile y California principalmente. ‘‘El 80 por ciento de los refugiados del mundo son mujeres y niños, así que me importan mucho’’, dijo.

‘‘Me importa la desigualdad, el que haya unos que tienen tanto y una mayoría inmensa que tiene tan poco, me importan los derechos reproductivos de las mujeres porque si no hubiera existido la píldora cuando yo llegué a mis años de fertilidad, habría tenido 12 hijos y no habría podido haber hecho nada de lo que he hecho en mi vida’’, enlistó la autora. ‘‘Creo que toda mujer tiene el derecho a optar si quiere tener hijos o no y tener control sobre su cuerpo y su fertilidad’’, dijo al respecto de los programas que atiende su Fundación.

“Más allá del Invierno” promete esperanza y permite a sus lectores, identificarse con las historias de los tres personajes. Inmigrantes, refugiados, que además enfrentan situaciones de crisis interna, inviernos emocionales aparentemente insalvables.

“En mis libros siempre aparecen más o menos los mismos temas de diversas maneras”, dijo Allende. “Siempre hay mujeres fuertes que luchan contra obstáculos que parecen insalvables y lo hacen apasionadamente y lo hacen con alegría”, añadió.

“Los obstáculos, las penas, el dolor, la violencia, no las pone amargas ni depresivas, no, siguen viviendo alegremente a pesar de todo y con capacidad de relacionarse”, enfatizando su ideología feminista.

“Para mí, la justicia es importante, y no la justicia legal, sino la justicia orgánica, la justicia natural’’, explicó. ‘‘Es decir, lo que uno hace tiene consecuencias y a veces las consecuencias no son que te metan preso o que tengas que pagar tus deudas, las consecuencias a veces son mucho más sutiles y más invisibles al ojo común y corriente, pero uno si lo sabe y lo siente”, compartió acerca de la justicia natural como búsqueda del equilibro en las cosas, de reciprocidad y de compasión.