Por Estephania Baez

Puede acabar con la vida de un joven en cuestión de segundos, sin importar condición física ni sexo,  es el paro cardiaco repentino: Un síndrome devastador que anualmente cobra la vida de más de 2 mil personas en Estados Unidos.  Las víctimas registradas oscilan entre los 16 a 25  años, y son en su mayoría varones. De acuerdo a especialistas las causas pueden variar, ya sea por cuestiones de nacimiento, hereditarias, o desarrollarse con el tiempo.  Sin embargo, se puede detectar a tiempo.

“Los latidos normales de una persona de  16 a 25 años de edad sería  entre 60 a 80 latidos por minuto. Si una persona es muy atlética, un número de 40 latidos por minuto sería normal para esta persona. Un ritmo cardíaco peligroso sería cuando un paciente tuviera  palpitaciones o una falla eléctrica en el corazón. También otros problemas  como desmayarse de manera inexplicable, o que no aguante la respiración”, explicó Wendy Gallardo, técnica de electrocardiograma.

Desde hace tres años, a los cardiólogos les fue impuesto un nuevo reto, permanecer 90 minutos desde el momento en el que el paciente llega al hospital en la ambulancia, hasta que es intervenido quirúrgicamente.

“Tenemos la meta de 90 minutos para recibir al paciente de la ambulancia en el  hospital e inmediatamente  practicar el cateterismo en menos de 90 minutos. Afortunadamente, hemos podido llegar a esa meta de 90 minutos.  Actualmente la estamos reduciendo a 60 minutos debido a la eficiencia de nuestro trabajo”, Gallardo explicó.

El paro cardiaco repentino se presenta sin síntomas previos, e instantáneamente para el flujo sanguíneo de los órganos vitales.  Se han registrado casos de decesos en nueve de cada diez personas.

En Estados Unidos se registra que en promedio  cada tres días un joven atleta muere a causa de este síndrome mientras practican un deporte.