México Del Norte
Por Jorge Mújica Murias

Este viernes se actúa la siguiente escena en la obra de teatro de la mal llamada “reforma migratoria”. Un juzgado en Louisiana decidirá si la administración de Barack Obama puede cambiar las reglas de aplicación de la ley de migración nomás por sus pantalones o tiene que permitir que el público opine antes de hacer cambios.

De esa decisión depende el futuro de unos tres millones de personas que podrían recibir papeles temporales para estar aquí sin temor de ser deportados. Sin temor, claro, hasta que expire el permiso y se pueda renovar.

Es la famosa DAP, Acción Diferida (o deportación diferida) para los inmigrantes indocumentados que tengan chilpayates gringuitos.

Pero la decisión no será inmediata. Cuando llegue, con toda seguridad va a haber otra apelación, que podría ser presentada ante la 5a Corte de Circuito o la Suprema Corte, dependiendo de las intenciones de cada parte, Obama en una esquina, y los estados gobernados por Republicanos en la otra.

Si llega a la Suprema Corte, posiblemente se ponga en el calendario para el mes de junio. No, no es error, si es junio, pero del 2016.

Y si la Suprema Corte finalmente aprueba DAPA, su entrada en efecto podría ser … nunca.

Es un problema de calendarios. Para procesar los papeles de tres millones de personas, que son los que el Instituto pew calcula que podrían procesar sus papeles, se necesita personal, equipo, computadoras y grapas o clips para papel. La migra calcula que necesita mil trabajadores más, a los cuales hay que contratar después de entrevistar uno por uno para ver si saben usar las computadoras y demás. Hay que ponerlos en la nómina federal, a menos que se convoque a un concurso para darle un contrato federal a un contratista que contratará un subcontratista y demás, y un edificio para ponerles escritorios para que hagan su chamba. De todo lo anterior, lo único que hay es el edificio, ya contratado y por ahora vacío, en Washington.

Supongamos que la Suprema Corte decida en junio, lo demás estará listo para septiembre de 2016.

Hola Debates y Votos

Pero ahí es donde la puerca tuerce el rabo.

Septiembre del próximo año son 60 días antes de las elecciones, y en parte gracias a la políticamente incalculable estupidez del Trompas Donald Trump y sus declaraciones contra los inmigrantes en general y los mexicanos en particular, a su odio racista y su absoluta falta de inteligencia, el tema de la inmigración ya se puso demasiado jugoso como para resolverlo antes de las elecciones.

A las declaraciones del Trompas ya le siguieron las demás de los precandidatos Republicanos, como Rick Santorum, que no se atrevió a aceptar que los inmigrantes son todos violadores, pero sí que “vienen con la intención de violar la ley”, hasta las del más moderado Jeb Bush, quien dice que no hay que deportar a todo el mundo pero tampoco hay que darles una residencia permanente.

El extremismo Republicano le está sirviendo muy bien a la precandidata Hillary Clinton, la mismísima que hace menos de un año declaró que había que “devolver a sus países a todos los niños indocumentados que estaban en la frontera”, y que ahora critica a Bush porque “lo que hay que darle a los inmigrantes es un camino a la ciudadanía”.

Ahí es donde a la puerca se le requeteretuerce el rabo. Aparentemente la puntera Demócrata tiene intenciones de repetir, al menos en el discurso de la semana, la vieja y fracasada cantaleta del famoso “camino a la ciudadanía” que nunca pudo avanzar en el Congreso ni siquiera cuando su partido tenía la Casa Blanca y mayoría en las dos cámaras. La propuesta se murió en el útero porque es solamente una conveniencia política para el Partido Demócrata, para los votos del futuro (que al parecer nunca llegará, porque si cuando la propusieron por primera vez había que esperar hasta el año 2024 para ver a los primeros ciudadanos, ahora habría que esperar como hasta el 2040…)

Para cuando esta columna esté impresa en los periódicos que me hacen el favor de publicarla, a la mejor la Corte decidió algo, aunque lo dudo. No me queda entonces más que sacar la bola de cristal y decir que no pasará nada, no por lo que la Corte haga o deje de hacer, sino por el calendario. Lo que haga no importará demasiado.

Por cierto, en 2016 se cumplirán los diez años de la Primavera del Inmigrante. Pa’ mi que ya es hora de darse cuenta de que las elecciones no resolverán la cuestión migratoria, y de comenzar a convocar a las marchas masivas que, en el 2006, nos pusieron más cerca que nunca de conseguir una solución para la situación de los inmigrantes indocumentados.