México del Norte
Por Jorge Mújica Murias

Con la novedad, de que la cuestión de inmigración, en palabras de Steve King, congresista Republicano que nos odia como si fuéramos la peste, dice que “lo que ocurra en el futuro con los indocumentados no es su problema”.

Lo dijo en entrevista con una cadena de televisión que transmite en español, agregando su cantaleta de siempre de que “legalizar a los inmigrantes indocumentados sería renunciar a la vigencia de la ley”.

Nomás para echarle leña al fuego, señaló que los ciudadanos estadounidenses “no tienen la obligación moral de resolver el problema de los 11 millones de personas que están aquí ilegalmente”. De hecho, prácticamente insiste en que cada quien tiene que “tomar una decisión por su cuenta sobre lo que deben hacer”.

Se dice fácil, nomás que es completamente absurdo para un congresista, una persona cuyo trabajo es hacer leyes. Si ese no es “su problema”, entonces prácticamente nada es “su problema”, ni la economía ni el desempleo ni los sistemas de salud ni mucho menos lo que decida hacer una mujer embarazada ni tampoco quién se casa con quién. Sin embargo, los congresistas si le meten mano a todos esos temas porque es, obviamente, “su trabajo”. O debe ser…

Es más bien una salida fácilona, para no quererle entrar a una bronca. Y la bronca es legal. La existencia de inmigrantes indocumentados se debe a que hay una ley que no les permite tener documentos y punto. Y eso, esa ley, es problema de King y otros patanes de su tamaño.

El problema no es la migración, lo hemos dicho muchas veces, sino la falta de visas para los inmigrantes. Los seres humanos tienen la característica de no quedarse quietos y les da por moverse, preferentemente a lugares donde haya más comida o escuelas o trabajos o lo que sea mejor que donde uno está. Si no hubiera fronteras este movimiento no sería problema para nadie. El problema surge cuando uno tiene que pedir “permiso” para vivir mejor.

Su problema 

Pero Steve King y sus compinches Republicanos sitienen un problema, y grande.

Su problema es que el Comité Nacional Republicano, Paul Ryan, Marco Rubio, Karl Rove, John McCain y hasta George W. Bush creen que sí es “su problema” y quieren que se resuelva. Igual quieren una resolución la Cámara de Comercio, docenas de grupos religiosos, desde católicos hasta evangelistas, e incluso grupos de extrema derecha como el Instituto Cato, y peor aún, algunos millonarios que le pagan sus campañas electorales a muchos Republicanos, como Rupert Murdoch, Grover Norquist y Haley Barbour. Y también los votantes quieren que se resuelva, aunque como es bien sabido en esta “democracia”, los votantes no deciden ni las elecciones.

El “problema” de King es también que el próximo año hay elecciones y mucha gente estará muy resentida si no hay una reforma migratoria. Y de nuevo, no estoy hablando de votantes resentidos y mucho menos de los votantes latinos, sino de donadores e intelectuales de derecha, a los cuales no les hace gracia irle a los perdedores. Siempre quieren ganar a cambio del apoyo que le dan a los políticos.

Por ejemplo, la Cámara de Comercio se reventó 30 millones de dólares en favor de los Republicanos en la última elección, en 2012, y apoya una reforma. Karl Rove, estrategista que le ganó sus campañas electorales a Bush también la apoya abiertamente en su columna en el diario Wall Street Journal. Y el análisis del Comité Nacional Republicano después del fracaso electoral de 2012 dice clarito que “Tenemos que liderear una reforma migratoria integral”.

Pero para King, toda reforma equivaldría a una “amnistía que mancharía para siempre la cultura americana”.

En corto, el tema de la inmigración (no los inmigrantes, ciertamente), es un problema para King. Se está jugando el futuro de su partido con su falta de entendimiento.

Si solo fuera “problema” de cada quien, pues no habría problema. Estaríamos aquí todos felices con papeles, viajaríamos a nuestros países en invierno y volveríamos en primavera, todos felices y contentos.

Y en todo caso, lo que podría hacer el movimiento a favor de los derechos de los inmigrantes es volverlo su problema.

No hay que dejarlo descansar ni de día ni de noche, hay que tomarle las oficinas cada tres días, hay que hacer marchas alrededor de su casa, hay que pintarle la barda de enfrente.

Desgraciadamente, los políticos son “nuestro problema”, y no podemos dejarlos decir que nosotros no somos “su problema”.

Contacto Jorge Mújica Murias e mexicodelnorte@yahoo.com.mx